Quizás de boca amarga,
Al cerrar mis ojos y mirarla,
Encuentre el momento justo
En el que lo nuestro
Dejo de ser nuestro
Y termino siendo solo suyo.
Quizás en medio del deliro,
De no poder sacarme ese martirio
Que calienta mis labios
Y luego los hiela al recordar esos agravios
Cometidos a espaldas de mi amor,
A espaldas de mis sentimientos,
Que ahora solo se visten con la manta de lamentos
cuya lana se ha ceñido de dolor.
Pueda fríamente esbozarte un ¡no!...
Condenaste mis acciones,
Condenaste mis pensamientos,
Mis historias, mis ilusiones,
mi tiempo…
Te marchaste con mi corazón en tu maleta,
Con mi risa en tu bolsillo,
Y me dejaste solo la silueta
De un te quiero en el pasillo.
Y ahora después de tanto llover
pretendes te perdone,
y quieres ¡volver!...
Cuando te marchaste,
Mire la magnifica expresión del firmamento.
Y caí de rodillas en un charco,
Un pequeño charco agrietado en el pavimento.
Sintiéndome inmensamente vacío,
Rasgado desde adentro.
Y recordé aquel brillo de tu pelo,
de tus ojos, mientras me arrastraba por tus pasos
que se han borrado con el viento.
Lo que más me duele...,
Es que eras simplemente luna,
Luna inmensa que se baña en el horizonte,
gota de agua en cámara lenta,
pisca de sol en medio de tanto hielo.
Eras canto de alegría a mi alma,
Pedacito mio ¿en qué falle?...
¿Acaso mis palabras? no eran oportunas.
¿Acaso mi interior? no te mostró verdad.
¿Acaso mi cuerpo? no te dio calor.
ya es tarde para perdones,
hoy envueltos en nada
mis pensamientos escapan
como si dominaran el arte de la espada,
a tus encantos mujer.
Ya pasaron los tiempos
de zapatitos rotos,
de ratoncitos parlanchines.
Hoy solo queda realidad,
Espejos trisados y con ellos
heridas a punto de cicatrizar.
Un nuevo comenzar...
Hoy hay luz en mi habitación,
Luz que resplandece,
Luz que presta abrigo,
Luz que aunque te duela
Emborrona tu recuerdo.
Espero me comprendas,
Yo ya he bebido la copa
Agria de tu partida,
Y la tuya aun está servida,
Bébela de una vez, mujer,
Y embriaga ya esos recuerdos,
Arrojándolos en la letrina,
Y asume con dignidad.
Que ahora soy yo quien te dice
Adiós, Clementina….
No hay comentarios:
Publicar un comentario