He caído más bajo que nunca,
te he visto así,
provocadora en mi mente,
tentativa, insurrecta.
Completamente deseable,
envuelta en el sabor dulce
del pecado condenante.
La luz de la luna me ha descubierto
en medio del deliz indecoroso de mi cuerpo.
Pasión insasiable que enfrenta
mi piel y mi razón.
Qué remedio hay para el secar de unos labios
delirantes de la debilidad de tu cuello.
Quiero arrancarle la última gota a tu sangre,
y traerte a mi mundo,
permite que mis suaves dientes
penetren las paredes que unen
tu rostro y tu cuerpo.
No pongas resistencia a mi impulso impío.
Déjate llevar que estoy pensando
en brindarte el privilegio de la vida eterna.
No te cuestiones que hay más allá del cielo,
o si te espera algo bajo los pies.
Bañate de mi de punta a cabo
y disfruta de lo único que la vida puede otorgarte,
el placer de pecar...
Estoy seguro de que estas llena
de exquisitos gajos de uvas
rojas y amargamente dulces,
que se agitan en medio de una noche turbulenta,
y se estrellan en tu interior,
deseosos de este servidor;
Que observa cómo te revuelcas entre las sabanas
destrozadas, desgarradas por tus manos ávidas,
de mi fuerza y poder sobrenatural.
Descuida tus sentidos
que te enseñaré el arte de pecar.
Un solo grito y estaré a tu lado,
me tienes envenenado por dentro,
vacío de sentimientos,
con un corazón duro y sin remordimientos.
Llámame y llegaré con la sombra
que deja cada haz de luz
que se pierde entre los dos.
Llegado este punto puedo sentir
el regocijo repugnante de tu alma,
La ira que se disfraza en medio
de los alaridos con los que burlas a la luna,
que reververa en lo alto
de una noche calida e irrepetible.
Que solamente espera quedar olvidada
en la parte más fresca de la memoria.
El amanecer se acerca y
aun no logro disfrazar mis intenciones.
supongo que volverás a ser la misma.
En unas horas te pondrás
el papel de una humana normal.
agobiada por la poca libertad,
hundida en la hipocresía moral
y renegarás de mí.
Pero no podrás evitar que mi mirada
fría y penetrante, te aseche desde lejos
y te recuerde que fuiste mía.
intensional e irremediablemente mía.
En tus sueños...
y en los míos...
bajo la atenta mirada de la luna
en la parte más obscura
y secreta de la noche.
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