Puedo ver como chocan las gotas en mi ventana
Como una pequeña ventisca se cuela debajo de su marco
Y decide hacerme una tenue compañía.
A decir verdad parece que el día
Está peor que yo,
Me gustaría consolarlo, escucharlo
Decirle que calme, que la noche es la noche
Y por mucho que llore, solo se hace daño,
Oscurece la luz radiante que nos gusta a todos ver de él.
Afuera el día ¡grita!,
Y yo adentro a pesar de mis ganas de auxiliarlo
enciendo el equipo intentando
No escuchar su lamento,
Su desdicha, su pesar,
Y es que quien soy yo para aconsejarle
Quizás no quiera oírlo porque me basté con los míos,
Y no quiera contagiarme más.
Son apenas las 8 am,
Y parece que el día llevara décadas
Desconsolado, de la misma manera que yo.
Ahora me doy cuenta que no le quedan lagrimas
Y que su sufrir se invistió de furia
arrebatándome la luz, arrebatándome las ganas,
Logro llamar mi atención.
Salí fuera y mirándolo a los ojos
En la inmensidad misma de gris infinito
Le dije “Tú, aquel que de tanto perder sus lagrimas
Ha inundado mis cuartos interiores y llamado mi atención,
Entiende que no eres el único al que le pesa un corazón vacío,
Que no eres el único al que ha engañado la noche,
Y no será esta la única que te engañe,
Amigo mío ven entra a mi casa con tu maravillosa sonrisa
Del medio día, y ayúdame a contar los granitos de café
Que estoy pensando disfrutar una buena taza de él
En compañía tuya, para que te des cuenta que la amistad
Vale más que la desdicha, y el falso amor que uno cree sentir,
cuando sus cabellos aun son dóciles
Y sus huesos aun no alcanzan su máximo retoque.